miércoles, 21 de febrero de 2007

Agustine Vélez, patriarca entre los coleccionistas de boleros

Agustine, a la derecha, y José Emilio Castellanos.
José Emilio Castellanos
Desde Puerto Rico

El día que llegó Allan a la casa de Caguas su abuelo se llenó de emoción como si estuviese ante el nacimiento de su primer hijo. De inmediato debía resolver otro asunto. Sin pensarlo salió a la calle y en corto tiempo estaba de vuelta con un gigantesco camión-cava. Vino luego la dura faena de trasladar lo que había en la habitación que ocuparía su nieto: una de las más valiosas y completas colecciones de música popular de América Latina en el Continente. Nació así un Estudio-biblioteca-discoteca sobre ruedas.

El abuelo es poco dado a escribir, pero cuando toma la palabra, se transforma en un cautivador cronista, una suerte de historiador oral en el tema de la música popular latinoamericana. Difícil sería encontrar la información que con riguroso orden y conceptualización guarda su memoria: fechas, personajes, anécdotas, en un monólogo que fluye con la emoción de un catedrático ante sus discípulos.

Así son los encuentros en su casa, rodeado de guitarristas, historias, grandes figuras de los últimos 50 años, integrantes de famosos tríos que llenaron de historias y música a todo un Continente. O leyendas de la estatura de Blanca Rosa Gil.

Se trata de Agustine Velez Jiménez, a quien tuve la dicha de conocer en la Conferencia Internacional de Música Latina que trató el tema del Bolero, realizada en el Smithsonian Institution, en la ciudad de Washington, el año 2002. Estaban presentes, entre otras figuras, dos leyendas de la canción, Olga Guillot y Ruth Fernández, figuras de la estatura de Chucho Avellanet, Rafael Basurto Lara, y un grupo de académicos y estudiosos del tema. Todo transcurrió a puertas cerradas, en un sótano al lado del Castillo principal.

Agustine es originario de Arecibo, aunque se crió en Manatí y Rio Piedras, Puerto Rico. Para no meternos en problemas diremos que nació después de la I Guerra Mundial, pero antes de la II... Su pasión por la música le viene de su padre, maestro, quien llevaba la vida entre armonías y ritmos de la época, tangos, pasodobles, couples, valses... y boleros.

En breve publicaremos la entrevista que recientemente le hiciéramos a Agustino Velez en Puerto Rico. Por ahora, conozcamos su pasión en sus propias palabras, al dar respuesta a la tesis de Orlando Montenegro Rolón, quien opina que el bolero va rumbo al olvido. Los dos trabajos se muetran en la páginas anteriores.

Agustine Vélez: Mientras exista el amor, habrá bolero

El Maestro Agustine Velez le responde a Montenegro Rolón: "Mientras exista una guitarra habrá bolero. Mientras tengamos tríos, habrán noches enteras de boleros. Mientras exista el amor, habrá bolero. Quien lo dude, que venga a Puerto Rico" En la gráfica Jhonny Albino y su Trio San Juan.
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Por: Agustine Vélez Jiménez
Cinquillo / Puerto Rico


Mucho se ha dicho de la muerte del bolero causada por la balada y el empuje dado a ésta por las multinacionales del disco. Posiblemente tengan algo de razón en ésto, debido a que ya no hay que ser cantante. Basta lucir poca ropa si es mujer y buena apariencia y contoneo si es varón y la voz no es requisito para ser “estrella”, aunque habrán notado que son desechables. Solo los usan en lo que aparecen otros de linda cara o mejor figura. Por eso, estos “ídolos no duran, y si lo hacen es solo a públicos inmaduros que al no tener base de comparación, se creen que éstas marionetas del consumismo son en verdad cantantes.

Ahora bien, el bolero nunca ha muerto, por lo menos en nuestro Puerto Rico, ni entre los países latinoamericanos. Los llamados hispanos que abandonaron su patria son los más propensos a escuchar los fabricados por las disqueras. En su país natal tenían su bolero.

Mientras exista una guitarra habrá bolero. Mientras tengamos tríos, habrán noches enteras de boleros. Mientras exista el amor, habrá bolero. Quien lo dude, que venga a Puerto Rico. Acá tenemos, todo el año, festivales de tríos. Hay mil lugares para escuchar tríos. En toda la Isla perdura la tradición de bohemia. Una muchacha, un muchacho y una guitarra, equivalen a una noche de boleros amorosos.

Somos una pequeña isla de cuatro millones de habitantes, pero con casi mil tríos registrados y activos. Esto sin contar los improvisados. Salga a pasear un domingo y encontrara muchísimos lugares con música de cuerdas, habrá también música jíbara, pero predomina el bolero. Tenemos virtuosos de la guitarra como en ningún sitio en proporción a nuestra población. Todos los días en algún sitio se presenta un trío y sus canciones son boleros. Aun cuando su repertorio es mayormente de compositores boricuas. Por algo tenemos a Rafael Hernández, Pedro Flores, Don Felo, Plácido Acevedo, Benito De Jesús, Bobby Capó y a Sylvia Rexach, para suplir repertorio inagotable.

Además, Puerto Rico es el cruce de las Americas en el Caribe. Todo México, toda Cuba, toda Venezuela, Colombia y sus bambucos, Argentina, Ecuador con sus pasillos, Chile, Perú y sus valses, nos suplen de bella música romántica para que nuestros tríos intercalen con sus boleros. Aquí por lo menos hay bolero para rato. Aquí hay emisoras de boleros como base de su programación. Aquí nos llegan continuamente producciones de boleros de América Latina. Aun cuando sabemos no tendrán la gran divulgación de las emisoras de grandes hits fabricados, siempre hay un espacio para ellas en las tiendas de discos.

En Puerto Rico no he visto sitios de bohemia donde se reúnan a pedir el último éxito de la balada, pero sí los viejos boleros de los 40 y 50. Se mantienen vivos los viejos números de nuestro adolescencia y temprana juventud. Recordas hermano, que tiempos aquellos?

Podemos ser la tierra de la salsa y el reguetón, pero nos enamoramos en tiempo de bolero. El amor o el despecho es en ritmo de bolero, el recuerdo de nuestros padres es en tiempo de bolero, y para bailar…. Hay algo mejor que un bolero apretaditos?

En Puerto Rico y en nuestro espíritu… el bolero vive….nos negamos a publicar la esquela mortuoria de nuestros boleros. He dicho.

El Bolero: En vía de extinción?


El autor del referido trabajo, estudioso colombiano del bolero, opina que, aunque el amor nunca pasa de moda, el bolero va rumbo al olvido.


Orlando Montenegro Rolón (*)
Satiago de Cali /Colombia


El bolero es el ritmo del amor pero aunque el amor nunca pasa de moda el bolero va rumbo al olvido.

Hace un par de años escribí un ensayo sobre uno de los más populares géneros bailables: El rítmico Bolero afrohispanocaribe. Fui consciente que aunque el amor nunca pasa de moda; el ritmo va rumbo a apagarse en las estaciones de radio, TV, casas disqueras, corazón y cuerpo de los enamorados. En las pistas de baile no se programa por la escasez de bailadores. Lo más sorprendente fue que la musa voló muy lejos de los cráneos de los compositores y arreglistas.

Acaso porque su temática está desgastada o agotada.Desde la óptica del mercado es entendible lo que ocurre hoy. La música hace rato dejó de ser una inspiración y casi un estado celestial del alma en comunión con el estro- para ser un simple y burdo negocio; quizá el más desabrido de esta globalización de la economía y las restantes actividades de la humanidad. Un producto manufacturado por encargo porque así trabajan ahora los escritores, arreglistas y la gran mayoría de intérpretes de eventualidad.

En el escrito a que hice referencia al iniciar, apuntaba que no todos los días nacen científicos y cuando los mortales vimos la luz de la vida ya todo estaba inventado y descubierto. Entonces, allí estaban disponibles las bases para seguir edificando conocimientos y el Bolero no es la excepción a esta regla.

La incertidumbre de hoy con el arrinconamiento global del aire romántico no es nuevo, parte desde el mismo instante en que no es posible históricamente precisar con algún grado de exactitud la fecha de nacimiento del género que extendió sus raíces desde Europa hasta América.

Estudiosos como el cubano-boricua Dr. Cristóbal Díaz Ayala han escrito que desde 1830 empezó a fluir gota a gota el género en los brazos de la Canción Criolla y Zapateo- precedidas por la Country Dance inglesa y Country Dance francesa que después en nuestro Caribe hundieron sus raíces en Haití y, con motivo de la Revolución en esa isla nadó a Cuba para convertirse inicialmente en la Contra Danza afrocubana, Danza, Habanera y Danzón. Otros anteponen el surgimiento del Danzón- 1879.

Una de las aproximaciones consensuales entre los musicógrafos e historiadores es que han escrito que el Bolero de nuestra América- que se dio a conocer a partir de 1885-1886- existió una total claridad en su origen y significado. Convergen en que fue más el producto de un arranque. Sin nada de similitud al Bolero ibérico en lo rítmico y tampoco en lo semántico ya que era una Danza de movimiento ligero, a la que llamaban Volero (de volar y de las Danzas Gitanas con movimientos agudos y rápidos que simulaban el vuelo de las aves) acompañadas de guitarras, cajones de madera y golpes de palmas de mano.

Fue precisamente la pluma de un sastre de Santiago de Cuba, músico empírico, guitarrista y director musical de la Trova de Santiago de Cuba- José Pepe Sánchez (19 de marzo de 1856- 1918) con su composición Tristezas al que se le reconoce formalmente como el creador del primer Bolero.

Escrito en 2 períodos musicales de 16 compases cada uno, separados por 1 pasaje instrumental ejecutado melódicamente con las cuerdas de guitarra y conocido como Pasacalle. A partir de esa obra- Cuba, Puerto Rico, México, Colombia, Venezuela, Panamá y el resto del Mediterráneo Caribeño que aportaron otras especias a la gran Olla del Bolero. E incluso: Brasil, Chile, Argentina, Perú, Bolivia y el resto de la América continental e insular. Lo demás ya es una historia de más de 120 años.

No ahondaré porque ese no es el propósito de esta nota.Su lírica sencilla, pero que estremece el alma y el cuerpo todavía es motivo de elogios:

Tristezas me dan tus penas mujer
profundo dolor que dudes de mí.
No hay prueba de amor que deje entrever
cuánto sufro y padezco por ti.

La suerte es adversa conmigo,
no deja de ensanchar mi pasión.
Un beso me diste un díay lo guardo en el corazón.

Está desgastada la temática del Bolero?
De entre la maraña, lo claro e indiscutible es que en su extenso trasegar el Bolero siempre ha estado al servicio del amor. Ha caminado descalzo por el mundo haciendo propias historias que le han servido de excitación a los sentidos para abrazar con ansias a su lírica.

La misión nunca se ha desdibujado- aliñar y preñar el lenguaje amatorio para juntar a los amantes. Además, por ser el fruto de una cultura popular de mestizaje entre etnias con todo y su acervo- fue posible que se compenetraran de tal manera que se fundieran tan sólidamente que parecen una sola.

El matrimonio de la Europa africanizada y la América recién descubierta con todas sus implicaciones.Es inconcebible aceptar que la inspiración y el discurso del Bolero haya sido castrado de un tajo del cerebro y sentimientos de los compositores, arreglistas e intérpretes.

Me inclino más a pensar que parte de la responsabilidad es imputable a la sociedad de consumo de hoy que arrastrando sus vicios de los últimos lustros, llegó a las puertas del siglo 21 desensibilizada y condicionada a una existencia de chatarra camino a ser desechable. Con el sexo como parte de la inmediatez física solamente. La mente fija en la provocación mordaz para el orgasmo y la eyaculación como pasajeros de la velocidad de la luz. Fiel reflejo del instinto animal irracional. Nada diferente a un rebaño en el que el macho dominante como todo un semental se reserva el derecho de penetrar a cuanta hembra se le atraviesa y provoque. Una simple violación. Distante de caricias y tramas amatorias que refrescan y seducen al enlace de los cuerpos de una pareja al cadencioso compás de un Bolero.

De no mediar el jugueteo previo antes de hacer el amor: Queda algo después del acto? No será mejor guardar el dulce recuerdo de la conquista sincera o no inducida por un apasionado Bolero? No olvidemos que la condición de universalidad del género lo privilegia con el derecho y capacidad de violar fronteras y barreras idiomáticas. Aún por encima de las tecnologías y modernidad. ¿Dónde no se escucha un Bolero? No es nada extraño ver amasisados (abrazados fuertemente) en un rincón y sobre una baldosa a una pareja de europeos disfrutando del baile de un ardiente y provocador Bolero latinoamericano. Aunque no entiendan de momento su letra castellana (español) la melodía les penetra por los poros y los excita. O viceversa. Es el único género que globaliza emociones en el lenguaje más natural y simple: El romántico.

Por su condición visceral, ha resistido los embates de todas las modas y tendencias musicales- abriéndole los brazos a todas las fusiones e hibridaciones posibles: Bolero Son, Bolero Chá, Bolero Mambo, Bolero Montuno, Bolero Pop, Bolero Guajira, etc… y sin perder su identidad y fija misión: Estar al servicio de los amantes.

Razones para que el género esté olvidado y casi en vía de extinción
Es cierto que ya no se escriben tantos Boleros como antes. Sobrevive del viejo repertorio. El epílogo de una audición termina escuchando a los clásicos de siempre. Hay que buscar con lupa las nuevas creaciones.

Y como todo cambia y pasa; tal parece que permaneceremos harto rato sentados esperando que vuelva a nacer otro: Agustín Lara, Rafael Hernández, Tite Curet, César Portillo, Sofronín Martínez, Alfonso de La Espriella, Armando Manzanero, Consuelo Velásquez, etc… Igual, abundan los Festivales de boleros, como el de La Habana, Santiago de Cuba, Cartagena de Indias, Riohacha, Medellín, Santiago de Cali, Barranquilla, San Juan, Panamá, México y muchos otros que de la mano de añejos y contados programas de radio luchan por mantenerlo a flote.

Aún así: El Bolero sigue su camino al olvido. Una golondrina no hace verano.

Poco se graba, la juventud no se interesa por aprender a bailarlo y aparecen muy pocos cantantes. Para ellos perdió vigencia. Para colmo, están muriendo los grandes compositores y arreglistas, dejando en la fría orfandad al género y a la vista no se vislumbran los que otra vez enarbolen sus banderas: Simplemente porque el género ya no es comercial. Poco o nada vende. Por eso no se interesan en cultivarlo. Es más fácil brincar, perrear y dar insulsas vueltas como trompo loco que tener elegancia y cadencia para bailarlo.

Esta realidad es compleja de abordar. También es sano entender que lo que aquí escribo no es dogmático y abre los brazos a la útil y constructiva polémica. Más bien una invitación a construir opinión. Remover la historia sin intentar entenderla es un flaco favor a las ideologías. Con la claridad meridiana en las diferencias posibles entre el Bolero cubano y el español. Ellos sólo se aproximaron en el nombre. En otra ocasión haré alusión al 3x4 y 2x4 de los compases en cómplice contubernio.

¿Se dejó de emplear el Bolero para enamorar? ¿Desaparecieron las serenatas? ¡No… ni por el carajo! Acaso carece de valor la pieza Aquellos ojos verdes (1929) fluido del arrebato del cubano Nino Menéndez embobao (enamorado) de Conchita Utrera- una preciosa cubiche con unos ojos que mataban. Y fue precisamente el hermano de la dama el que ayudó a componer y arreglar ese antológico tema. La arrechera (calor) llega al clímax si escuchamos Quiéreme mucho del gran Maestro también cubano- Gonzalo Roing. ¿Y después para qué más?

Quiéreme mucho,
dulce amor mío
que amante siempre te adoraré,
yo con tus besos y tus caricias
mis sufrimientos acallaré.

Cuando se quiere de veras
como te quiero yo a ti,
es imposible mi cielotan separado vivir.

Los interrogantes posiblemente son mis guías para regarme (extenderme) como caracol en la playa. Reconozcamos en análisis individual que existe una mano oscura que aunque visible pocos enfrentan y contradicen porque temen perder su Status de In. No hay necesidad de probar el barro de las tierras movedizas para tomar conciencia que en ellas no sólo podemos perder la vida. Vale la metáfora.

La Payola (pagar en la emisora para que difundan un disco) es un engendro universal de aquí y de allá. Los programadores y DJs están lejanos a entender que para preservar el centenario género hay que renovar a diario su público. Al fin de cuentas, las letras seguirán siendo alcahuetes de los amantes y enamorados. Y no es un ovillo sin son ni ton: No. Cada amor es un sentimiento, un nuevo fracaso, otra historia y el dolor del desengaño abre el camino para que un clavo saque otro clavo.

Lo irónico es que así como abundan las mal llamadas Escuelas de Salsa y otros géneros- estoy tuerto buscando en la guía y a pleno sol una academia que enseñe a bailar Bolero. A donde lleguen ávidos de ternura los amantes en busca de que sus cuerpos ardan y saquen chispa al trenzarse en un instigador y frenético Bolero. Que el corazón lleve el compás, el cerebro haga mover las piernas y que las fuerzas del alma que alimentan los brazos nos ayuden a apretar más fuerte al ser amado. Ahora voy a plagiar al Maestro musicógrafo y compatriota César Pagano: Dejemos que nos invada ese corruptor de menores y mayores: El Bolero.

Estimo que el género no va a desaparecer, sería tanto como negar los sentimientos de la humanidad o que estos estén sordos ó cerrados a la caricia y el amor. ¿Será qué los sentimientos se extinguen también?

No hay que negar que la nostalgia nos visita de vez en cuando y para ese instante qué mejor que un electrizante Bolero en una deseada y sublime compañía, con la adrenalina al tope y las feromonas inundando el lecho. El género es tan viejo y tan rico como el amor, una especie de gramática universal de los amantes.

(*) El autor es Editor de la Revista Melomanos